Capilla Real
A la Real Capilla se accede por la Galería de Palacio. En 1742 se decidió emplazarla en la primera planta, en lugar de en el espacio inicialmente previsto y que ahora ocupa el Salón de Alabarderos. Tras plantear diversas variantes y tendiendo siempre a darle el mayor volumen posible, en 1748 Sacchetti consiguió formular su proyecto definitivo, conforme al cual se edificó tal y como ha quedado para la posteridad.
No obstante, la decoración nunca llegó a quedar terminada según las ideas del arquitecto, que había proyectado elaborar con mármoles tanto el pavimento como el revestimiento de todos los muros y con bronces, los capiteles y basas de columnas y pilastras.
La ornamentación ideada por Sacchetti, con la colaboración de Ventura Rodríguez y de Corrado Giaquinto, de concluirse, hubiera sido de una magnificencia difícil de igualar. De ella quedó concluido todo el ornato de las bóvedas y las diez grandes columnas de una sola pieza de mármol negro veteado de Mañaria (País Vasco).
Por encima del cornisamento, todo se debe a Giaquinto, ya que diseñó los estucos realizados por Andreoli y pintó los grandiosos frescos.
En comparación con el suntuoso conjunto de las bóvedas, es muy modesto el cuadro del Altar Mayor, San Miguel por Ramón Bayeu, que sigue un original perdido de Giordano y un dibujo de su maestro Mengs. La arquitectura de ambos retablos es de Sabatini, salvo la mesa de este último, que se debe a Isidro Velázquez.
Ordinariamente, el rey seguía el rito desde el Cancel a los pies del templo, al que llegaba desde el interior de las habitaciones reales, pero en las festividades solemnes salía en procesión por la Galería principal, engalanada con tapices; al llegar a la Capilla, hacía una reverencia ante el altar, otra a la reina, que estaba en el Cancel, y ocupaba su sitial en la cortina o dosel. Toda la Corte tenía su lugar asignado y al público sólo le estaba permitido ocupar el tramo de la entrada o antecapilla.
La música era tan primordial para Fernando VI como lo había sido para su padre, y la Real Capilla contaba con un conjunto nutrido y escogido de instrumentistas y voces. El órgano, cuya caja fue diseñada por Ventura Rodríguez es único en España no sólo por su calidad intrínseca, sino también por haberse librado de las reformas decimonónicas.