Número de inventario de los cuadros bordados: del 10046951- 10046963
Existen dos acuarelas relacionadas con el diseño de la colgadura mural de la Sala del Billar de la Casa del Labrador en el Real Sitio de Aranjuez. Una, la más similar, fue realizada por Jean-Démosthène y la otra, es obra de François Grognard. Igualmente, en el libro de patrones y precios de las telas tejidas por la manufactura sedera establecida en Lyon por Camille Pernon, se menciona esta colgadura con el nombre con el que es conocida internacionalmente: Verdures du Vatican y también figuran pequeños diseños de algunos de sus adornos.
Desde un punto de vista técnico, lar realización de esta colgadura fue extremadamente laboriosa pues en su confección se empleó un buen número de tejidos y bordados diferentes. A las cenefas perimetrales y adornos de esquinas para las cenefas todo adornado con ramilletes de rosas y coronas de laurel, hay que sumar dos tipologías de paños principales distintos, los que lucen trofeos de guerra, un jarrón de flores, un gallo y guirnaldas y los más complejos con octógonos bordados con vistas de los Sitios Reales y aplicaciones de otras telas con diseños de animales: caracoles y salamandras, un gallo y una serpiente alada, una mariposa y un león. A estas composiciones, se añaden unos preciosos bordados rectangulares para vestir los sobrebalcones.
Un trabajo tan amplio implicó montar al menos siete telares distintos, bordar a parte los 13 paisajes, para posteriormente armarlo todo adecuándolo con exactitud al tamaño de las paredes y finalmente, tenderso sobre ellas. La composición final de tantas piezas se realizó en España y en el Palacio Real de Madrid, quedan restos de algunos de los tejidos con motivos decorativos pequeños. La documentación clarifica que este trabajo fue llevado a efecto por el mejor Bordador de Cámara del momento, Juan López de Robredo, que fue el responsable también de bordar todos los paisajes, empleando para ello más de un año de trabajo. La colocación de la colgadura en las paredes de la Sala de Billar la realizó el experto tapicero Luis Belache, asistido de varios oficiales y ayudantes y resultó tan complicada que les llevó cinco meses de trabajo.
Aunque en el otoño de 1803 se iniciaron los trabajos arquitectónicos necesarios para el acondicionamiento de esta Sala de Billar y se planificó tanto su adorno como los que habrían de ser los artífices del mismo, no fue hasta la primavera de 1807 que la colgadura de seda tejida y bordad no estuvo completamente instalada en la estancia.
Aún se conservan algunos de los pequeños cartones octogonales que utilizó como modelo Juan López de Robredo -muy posiblemente pintados por él- para el bordado de algunos de los paisajes octogonales y que tienen anotaciones numéricas que hacían referencia al color del hilo que debía emplear en cada zona. Estos paisajes copiaban los grabados que de diferentes lugares del Real Sitio de Aranjuez había realizado el militar Domingo de Aguirre. Sin embargo, para los bordados destinados a los sobrebalcones, el bordador recurrió a imágenes de diferentes lugares de España (entre los que se encuentra la propia Casa del Labrador) pintadas y grabadas por distintos artistas.
Por otro lado, en la llegada de los tejidos de Pernon a Madrid, tuvo sin duda que intervenir el que trabajó como su agente en España, Juan Antonio Miquel desde fecha incierta (pero posterior a la firma del tratado de paz de Basilea entre España y Francia en 1795) hasta 1808. Este personaje, de origen francés, además de representar a Pernon, colaboraba con el afamado tejedor y su manufactura muy estrechamente desde la fábrica de sedas que, junto con tejedores españoles, había establecido en Valencia, llamada “Real Fábrica de Tejidos de Seda de Miquel, Gay y cia.”. No pudiéndose descartar algún tipo intervención de tejedores valencianos en esta colgadura.
El conjunto es un ejemplo de cómo se conjugaban en el arte textil de la época el gusto plenamente imperio representado por medio de los adornos de trofeos de guerra y coronas de laurel con otros elementos absolutamente neoclásicos tomados fielmente de los grabados de la obra Le antichità di Ercolano esposte, tal y como la manufactura lionesa de Pernon había hecho ya en otras ocasiones y que a Carlos IV, es muy probable, le trajeran gratos recuerdos de su infancia en Nápoles, cuando su padre, promovió las excavaciones de Pompeya, Herculano y Estabia y la difusión de todo los hallazgos que resultaron fundamentales en el desarrollo del Neoclasicismo.