El Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, fundado en 1187 por Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, sirvió durante los siglos XIII y XIV como panteón de parte de la familia real castellana. La apertura de sus sepulcros, realizada para su estudio, se produjo entre 1942 y 1944, y proporcionó lo que hasta la fecha es, el mejor conjunto de indumentaria civil medieval del mundo, tanto en cantidad como en calidad. A lo largo de la historia, las sepulturas del panteón de la familiar real castellana reunidas en el Monasterio de las Huelgas sufrieron una serie de aperturas violentas, excepto la la tumba de Enrique I donde se encontró el pellote del rey, además de una cofia, un fragmento de almohada, y unos forros de tela que embellecían el ataúd.
El pellote es una prenda con cuello redondo, que deja hombros y torso al aire por las dos grandes escotaduras laterales. La falda, recta culmina en una serie de tiras verticales. Esta decorada con fondo rojo con dobles listas de oro y plata. Lleva un adorno perimetral con cueros dorados, algunos de los cuales faltan en las tiras verticales. El pellote estaba forrado en origen con piel de conejo.
Esta prenda estuvo muy extendida en la Europa occidental medieval. España le aporta una característica que la diferencia de la moda europea: unas grandes escotaduras laterales que, al dejar al descubierto el hombro hasta la cadera, la reduce a un cuello y una tira central de tela, como puede verse en los pellotes de Fernando de la Cerda o Leonor de Castilla, y en este perteneciente a Enrique I, que iba forrado en piel. Esta prenda destaca también por las farpas que presenta en su parte inferior con adornos de cuero dorado, manera muy original de rematar esta vestimenta.
El traje usual del siglo XIII se completaría con una saya, que se vestiría debajo del pellote, y un manto como prenda de abrigo. El tipo decorativo de este textil se encuentra en más vestimentas, almohadas y forros de ataúd procedentes del mismo panteón.