La importancia de la villa de Sète como puerto comercial explica que ya tuviera un sitio de honor en la historia de la fotografía francesa, gracias al daguerrotipo sacado en 1846 por los pioneros Claude Choiselat y Stanislas Rattel.
La referencia urbana, entrecortada, enmarca la escena, protagonizada no obstante por los barcos, con sus palos erizados y el aparejo arriado, perfilado contra un cielo con suaves tonos grises plateados sobre un mar en calma.
La imagen se presenta como testigo documental de interés: por una parte, permite observar algunas de las prácticas utilizadas en la construcción naval para impedir que se adhirieran algas y moluscos al casco de madera; por otra parte, se distingue en la lejanía la antigua fisonomía de la iglesia de Saint-Louis.
Textos: Reyes Utrera Gómez